Por Forbes Centroamérica
Aunque incipiente, debido al atraso tecnológico en Centroamérica y República Dominicana, la fabricación de dispositivos médicos es una opción para desarrollar una de las industrias más prometedoras.
POR MANUEL GRAJALES Y DAVID VARGAS
Una población en proceso de envejecimiento, aunada a la creciente prevalencia de enfermedades crónico-degenerativas, provoca que los retos globales en el cuidado de la salud se vuelvan cada vez más complejos; sobre todo en aquellos países de ingreso medio y bajo como Centroamérica y República Dominicana (CARD).
El presupuesto destinado a salud en estos países es reducido: alcanza apenas 3.4% del pib, en comparación con países desarrollados en donde la cifra aumenta hasta 9% y 11%. CARD, incluso, está muy por debajo de naciones latinoamericanas como México con 6% o Colombia y Argentina, las cuales destinan alrededor de 8%, por lo que resulta claro que es insuficiente para atender adecuadamente a la población de CARD.
Ahí, el desarrollo tecnológico de los dispositivos médicos se presenta como una alternativa que puede ayudar a sumar más de tres años de vida saludable, según estimaciones de la Asociación de Tecnología Médica Avanzada.
Se espera que esta industria facture a nivel mundial 894,000 millones de dólares (mdd) para 2020, de acuerdo a cifras de la Secretaría de Economía de México. Aunque Centro y Sudamérica producen sólo 1% del total, hay algunos esfuerzos de los países del Istmo por atraer mayores inversiones; donde sobresale Costa Rica, en donde la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (CINDE) estima que las exportaciones de dispositivos médicos de esta nación podrían alcanzar los 5,000 mdd, para 2020.
“El sector de Ciencias de la Vida es uno de los más dinámicos en cuanto a generación de empleos, exportaciones y la llegada de multinacionales al país”, menciona Vanessa Gibson, gerente de Clima de Inversiones del CINDE.
Para el Istmo no sólo se tratar de ver cuánta inversión pueden captar de esta industria, sino qué tanto permitirían estos avances médicos mejorar la salud de sus habitantes, pues si bien es cierto que la edad promedio en la zona CARD ronda los 26 años, dicha cifra seguirá aumentado en los siguientes años.
“Hay un aumento importante de artrosis, obesidad y afecciones cardiacas. Con el incremento de la edad de la población, las arritmias son cada vez más frecuentes”, contextualiza Pedro Schildknecht, director senior de Excelencia Comercial y Asuntos Estratégicos, y líder de la Unidad Regional de Negocios de Cardiología y Soluciones Especializadas de Johnson & Johnson Medical Devices.
A diferencia de hace unas décadas, donde existía una mayor prevalencia de enfermedades infecto-contagiosas, mismas que podían curarse en pocas semanas, en la actualidad los padecimientos crónicos como diabetes, afecciones vasculares y el cáncer están aumentando dramáticamente en número de casos: “Esto representa nuevos retos que estamos enfrentando, los cuales también se pueden atender con medicamentos, pero en realidad ya requieren más de dispositivos médicos”, asegura Carlos Jiménez, presidente de la Asociación Mexicana de Industrias Innovadoras de Dispositivos Médicos (AMID).
Estos dispositivos también ofrecen beneficios tangibles. De acuerdo con datos proporcionados por la AMID, a nivel global se mueven 138,000 mdd de inversión I+D (investigación y desarrollo), y el proceso para generar un dispositivo médico es de un año, contra 20 años que implica un producto farmacológico. Por ello, el ciclo de vida comercial de estos equipos es corta, siendo el periodo de recuperación de la inversión es de 18 meses por siete años de los fármacos.
A PASO LENTO
Si bien esta industria se está involucrando prácticamente en todas las especialidades de la medicina, e incluso en el proceso completo del cuidado de la salud, existen innovaciones tanto para prevenir enfermedades como para detectarlas con mayor anticipación y, por supuesto, para llevar a cabo su tratamiento, el problema es que en Latinoamérica se invierte poco.
En México se destina a nivel per cápita 38 dólares por año en dispositivos médicos —asegura Carlos Jiménez—, mientras en Estados Unidos esa cifra asciende a 467 dólares; es decir, 1,200% más.
Aunque no existen cifras públicas de cuánto se invierte en este rubro en los países de la región CARD, no es difícil suponer que esa cantidad debe ser menor a la de México o al menos similar, sobre todo si se toma en cuenta que en Centroamérica y Dominicana el gasto de bolsillo, como porcentaje total del gasto público en salud, asciende a 37%, en promedio, mientras en Honduras o Guatemala esta cifra ronda 50%. A esto habría que sumarle que al ser adelantos tecnológicos de reciente surgimiento, este tipo de dispositivos generalmente tienen un costo elevado, lo cual los hace poco accesibles para la población de menores ingresos.
Sin embargo, el mayor precio puede ser relativo. Los especialistas aseguran que, si se toman en cuenta el costo y el tiempo total de un tratamiento llevado a cabo sólo con medicamentos, en comparación con uno en donde se utilice alguno de estos adelantos tecnológicos, al final podrían resultar incluso más económicos desde el punto de vista meramente financiero. Esto, sin tomar en cuenta que la calidad de vida de un paciente puede mejorar en poco tiempo, pues incluso algunas enfermedades podrían ser curadas con el uso de dispositivos, mientras que si se tratan solamente con fármacos, las personas tienden a tomar medicamentos de por vida.
Ejemplo de ello son las arritmias, las cuales antes solamente podían ser controladas, pero no curadas. En la actualidad compañías del sector como Johnson & Johnson Medical Devices, cuentan con desarrollos para el manejo de este padecimiento, el cual se realiza por medio de un mapeo tridimensional del corazón que identifica exactamente en dónde está el origen del problema; con otro dispositivo, se procede a realizar una abrasión que permite resolver de manera permanente una arritmia.
“Esto es una cirugía poco invasiva, y el paciente puede estar haciendo su vida normal en muy poco tiempo y dejar de tomar medicamentos o, si no se retiran del todo, sí se disminuye la dosis de manera importante”, sostiene Schildknecht.
Los adelantos de las empresas involucradas en este sector van desde medidores de glucosa o catéteres inteligentes que se adaptan mejor a la anatomía del cuerpo humano, pasando por prótesis de rodillas elaboradas mediante impresión 3D que se ajustan de forma milimétrica, entre otros.
La industria en general se está enfocando en la innovación como tal: “vamos a ver una tendencia muy marcada, por ejemplo, en lo que sería la robótica quirúrgica. Ya hay equipos computarizados con los que se puede llevar a cabo una cirugía”, resalta el presidente de la AMID. Incluso, dice este especialista, el tema de los nanobots de ADN va a ser muy importante en el futuro para evitar el cáncer.
Pero, ¿qué avances tiene la región? Si bien no todos estos adelantos médicos están disponibles en los sistemas de salud de Centroamérica, a pesar de que diversas compañías del sector solamente tienen distribuidores en la región (aunque no operan de manera directa), esto no quiere decir que la población de CARD no se esté beneficiando de estos avances. De hecho, Costa Rica agrupa en su clúster de dispositivos médicos a siete de las 10 empresas del subsector cardiovascular. Estas compañías producen buena parte de artículos para exportar, y un porcentaje se queda en el mercado local y regional, generalmente prótesis e insumos como agujas, catéteres y cánulas.
Firmas como Johnson & Johnson Medical Devices ofrecen en toda Latinoamérica, incluida la subregión centroamericana, diferentes tipos de soluciones como suturas que son absorbidas, es decir, no es necesario que el médico las retire después de una cirugía; pinzas ultrasónicas que permiten cortar y sellar los vasos sanguíneos, disminuyendo con eso el sangrado; hasta las prótesis ortopédicas impresas en 3D.
“La disponibilidad de productos en general está conectada con las diferentes necesidades de cada país, así como con sus propias regulaciones, por ello no es posible generalizar en el caso de los distintos países de Centroamérica”, sostiene Pedro Schildknecht.
Un problema para identificar con precisión qué dispositivos médicos se adquieren en los sistemas de salud de la región lo resalta el estudio global Atlas Medical Devices. Ahí se apunta que los distintos países de CARD no cuentan con un listado de los dispositivos adquiridos por cada nación, lo cual no es de extrañar, pues el mismo documento señala que, salvo Panamá y Honduras, el resto de las naciones de la región no tienen una política nacional de tecnología médica, al menos así lo reportaron a la Organización Mundial de la Salud (OMS), encargada de realizar este informe.
INICIATIVAS DE PRODUCCIÓN
Más allá del tema del aprovechamiento de estos avances para el cuidado de la salud de la población centroamericana, se tiene la contraparte en lo referente a la atracción de inversiones en este sector.
En el |istmo destaca la situación de Costa Rica, un país cuyo portafolio de exportaciones ha experimentado cambios interesantes en los últimos cuatro años. Los dispositivos médicos ahora son el principal bien que el país centroamericano vende al mundo, por encima de los productos agrícolas.
Según un informe del CINDE, al cierre del 2017 más de 70 multinacionales del sector estaban instaladas en Costa Rica. La industria generó 2,807 mdd en exportaciones y, de acuerdo con cifras al cierre de 2018, empleó a 26,417 personas.
De pies a cabeza, en el país se desarrolla investigación en neuromodulación (como marcapasos y otros aparatos para controlar el desempeño de órganos y estructuras), dispositivos para uso neurovascular, para procedimientos dentales, de uso óptico, para cirugías, aparatos para uso cardiovascular, para la administración de medicamentos, equipo de endoscopía, prótesis e implantes, entre otros.
Vanessa Gibson, del CINDE, comenta que la nación tiene espacio para crecer aún más en este sector: “El éxito del crecimiento radica en mejorar las condiciones de competitividad interna que favorezcan la llegada de más empresas y la reinversión de las que ya están aquí.”
Lo anterior ha llevado a Costa Rica a desarrollar una maestría en Ingeniería de Dispositivos Médicos, la cual se imparte en el Tecnológico de Costa Rica (TEC). Jorge Cubero, coordinador de este programa de estudios, explica que el auge de la industria en este país motivó a realizar un posgrado para atender las necesidades del sector en la capacitación de profesionales.
El proyecto surgió de una propuesta de las agencias de desarrollo y de promoción de comercio exterior con el objetivo de impulsar a Costa Rica como un destino atractivo para las empresas globales.
Y es que la naturaleza del negocio de dispositivos médicos, cuyos márgenes de ganancias son más altos que industrias como la de componentes electrónicos, ha favorecido que este sector se desarrolle con los niveles de crecimiento experimentados en la nación. “Los márgenes de ganancia de estas operaciones, así como una necesidad constante de este tipo de dispositivos e insumos han permitido su consolidación en el país”, detalla Cubero.
Pero Costa Rica no es el único de la región que está buscando atraer inversiones del sector: Nicaragua, por ejemplo, cuenta con un pequeño clúster en donde operan empresas como Command Medical o Medisut, las cuales manufacturan bajo el régimen de zonas francas. Por su parte, en República Dominicana, la empresa Medtronic inauguró en 2018 su cuarta planta con una inversión de 46 mdd para producir dispositivos quirúrgicos. Esa multinacional ha realizado en la nación caribeña una inversión total de 160 mdd.
La apuesta es clara. Cada vez más los dispositivos médicos ganan espacio a los fármacos en el tratamiento de cualquier enfermedad, eso aplica tanto para Centroamérica como para el resto de las áreas geográficas, y aún tienen un espacio muy grande para crecer, puesto que todavía distintas enfermedades son tratadas con métodos tradicionales cuando ya hay disponibles mejores soluciones para atender esas afecciones.
Parafraseando a Carlos Jiménez, de la AMID, usar más dispositivos médicos de forma adecuada tendrá un impacto social muy importante en cualquier país, y les dará una oportunidad para mejorar la atención de la salud de su población.
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